
La bibliografía sobre la composición de la moringa informa de que el
polvo seco que se obtiene de sus hojas es muy rico en proteínas (27% en peso),
vitamina A, calcio (2 g por 100 g de polvo de hoja seca), potasio y vitamina C (17 mg por cada 100 gramos). La Moringa
oleifera es un
árbol de cuatro a cinco metros de altura (puede alcanzar diez metros), original
de zonas próximas al Himalaya (India y Pakistán) y, en la actualidad, muy
apreciado en países de los trópicos y subtrópicos de África, Asia (Filipinas,
Camboya), sur y centro de América y Hawai, donde también crece.
Moringa: complemento dietético en potencia
El conocimiento empírico y su uso tradicional como planta medicinal allí
donde crece atribuyen al polvo y al jugo de la moringa numerosas propiedades
médicas y farmacológicas, las cuales dependen de la concentración de sus
principios activos extraídos de diversas partes de esta planta, como las hojas,
las raíces, las semillas, la corteza, los frutos, las flores y las vainas.
El uso
tradicional como planta medicinal atribuye al polvo de la moringa propiedades
médicas y farmacológicas
En el ámbito de la ciencia experimental, de la medicina basada en la
evidencia, los estudios desarrollados hasta el momento, in
vitro y con
animales de experimentación, llegan a las mismas conclusiones que el
conocimiento empírico. Se confirman sus acciones cardiotónicas y
cardiocirculatorias, antihipertensivas y diuréticas, antiinflamatorias y
antiespasmódicas, de mejora del control de la diabetes, de reducción del
colesterol.
Una revisión llevada a cabo por el Departamento de Química de la
Universidad de Agricultura de Faisalabad, en Pakistán, recoge detalles
interesantes, como la composición fotoquímica de la planta. Esta destaca por un
perfil de minerales abundante, es buena fuente de aminoácidos y de proteínas,
vitaminas, betacaroteno y antioxidantes de distinta naturaleza, como diferentes
compuestos fenólicos (zeatina, quercetina, beta-sitosterol, ácido
caffeoylquinico y kaempferol).
Propiedades de la moringa por partes
Al árbol de la moringa se le saca mucho provecho como planta medicinal.
Su creciente interés científico se explica por la composición variable y
particular de fitoquímicos de cada parte: las raíces, las semillas, las hojas,
la corteza, los frutos, las flores y las vainas.
El aceite extraído de la semilla tiene una variedad y complejidad
de esteroles (kaempferol, campesterol, estigmasterol, beta-sitosterol,
/\5-avenasterol y clerosterol, entre otros destacados) que marcan la diferencia
con respecto a la mayor parte de aceites convencionales comestibles. Esta
particular composición, junto con un perfil interesante de ácidos grasos
(abunda el ácido oleico, al igual que en el aceite de oliva) y su riqueza en
diferentes tocoferoles (alfa, gama y delta) o tipos de vitamina E antioxidante
hacen valioso al aceite y las semillas de moringa para usarlos como complemento
hipocolesterolemiante.
De las vainas y las hojas de la moringa, con las que se
puede elaborar jugo, se han aislado compuestos de naturaleza diurética y con
propiedades para reducir la presión arterial y los lípidos plasmáticos. El
extracto crudo de las hojas de la moringa tiene una significativa acción para
reducir el colesterol alto en ratas alimentadas con una dieta con alto
contenido en grasas, una acción que puede atribuirse a un fitosterol, el
beta-sitosterol. El uso tradicional que se da a las hojas también es el de una
verdura, que se añade a las preparaciones culinarias. Además, se ha comprobado
que el fruto tiene efectos hipocolesterolemiantes en animales de
experimentación. Esta combinación de fitoquímicos explica la buena respuesta
que se obtiene del uso de la moringa en los trastornos cardiovasculares.
Del extracto de la corteza del árbol se han reportado
propiedades antifúngicas. El jugo de la corteza muestra efecto antibacteriano
frente a Staphylococcus aureus, mientras que el jugo de las
hojas frescas ha demostrado inhibir el crecimiento de microorganismos patógenos
para los seres humanos (Pseudomonas aeruginosa y Staphylococcus aureus).
Su riqueza en aminoácidos esenciales (arginina, histidina, isoleucina,
leucina, lisina, valina, metionina, triptófano, fenilalanina, treonina) en las
hojas y en las vainas de la moringa hace que se valore como un complemento
dietético idóneo para reforzar el estado nutritivo y aumentar el apetito. A
esto se suma la riqueza de nutrientes esenciales, como la vitamina A, la
vitamina C y el calcio, difíciles de encontrar en alimentos cotidianos en
muchos de los países donde el árbol es nativo.
En su uso externo, el polvo de las semillas y las hojas de la moringa se
usa por su poder purificador y desintoxicador de las aguas, al demostrar
capacidad para eliminar compuestos tóxicos que contaminan el agua y acciones
fungicidas y bactericidas. Por estas cualidades en particular, el personal
médico y sanitario de Acción contra el Hambre (ACH ), entre
otras ONG, investiga la composición de esta planta en el terreno donde crece y
la organización tiene sus bases de trabajo, con el fin de saber más de una
planta oriunda que sirve de remedio para diversas dolencias y que permitiría
usar los recursos locales. De hecho, en África, se conoce el uso del polvo de
moringa como refuerzo natural para que los bebés superen la malnutrición y las
infecciones.
MORINGA: NUEVO ALIMENTO
Mientras en Europa se espera la
aprobación del uso de la moringa como "nuevo alimento", en Estados
Unidos ya se conoce, dado que se comercializan productos a base de moringa como
complemento dietético y como refuerzo de la salud. En distintos países de donde
es original el árbol, se comercializa la bebida "Moringa Zija". Su
"fórmula secreta" contiene todas las partes del árbol de moringa y
otros ingredientes, como la clorofila. En los países de origen, las partes de
la planta son muy utilizadas en la cocina.
Las hojas frescas se cocinan como
una verdura más. Con las hojas trituradas y mezcladas con agua, se fabrica el
jugo de moringa. Si las hojas se pulverizan, el polvo se usa como aderezo en la
receta. A menudo, se añaden un par de cucharadas de polvo de moringa al arroz,
las sopas o las salsas antes de servir. Las flores crudas no son comestibles,
por lo que deben cocinarse antes. Salteadas, fritas o al vapor, las flores se
pueden añadir como complemento a las ensaladas.
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